El pasado 17 de octubre los equipos negociadores de la Unión Europea y el Reino Unido llegaron a un nuevo acuerdo para el Brexit. El nuevo acuerdo representa una oportunidad para desbloquear la situación, ya que, si es ratificado por ambas partes, el Reino Unido no precisará de ninguna prorroga y por lo tanto saldrá de la Unión a final de este mes.
El acuerdo, de ser aceptado por los jefes de Estado y de Gobierno, mantendrá intactos los términos pactados el pasado año con la ex primera ministra británica, Theresa May, sobre todo en lo que respecta al mantenimiento de los derechos de los ciudadanos comunitarios en el Reino Unido y a lo relativo a los compromisos económicos pactados con anterioridad entre las partes, que dejan una factura para el Reino Unido de más de 45.000 millones con la Unión Europea.
El único punto que quedaría modificado sustancialmente respecto al acuerdo con Theresa May es el denominado Protocolo sobre Irlanda y la declaración política sobre la futura relación entre el Reino Unido y la UE. El acuerdo permitiría que Irlanda del Norte siguiera alineada con algunas de las normas del mercado único europeo, al mismo tiempo que formaría parte del territorio aduanero del Reino Unido, con lo que los controles a los productos se efectuarían en territorio británico y no en la República de Irlanda. Al mismo tiempo, la declaración política sobre la futura relación ya no daría paso a una relación privilegiada entre las partes. Es decir, el futuro ex miembro de la UE pasará a ser un competidor económico con el que la Unión deberá competir.
De aceptarse el acuerdo, la Eurocámara y Westminster deberán ratificarlo de forma paralela a lo largo de los siguientes días.