Una de las consecuencias de la guerra en Ucrania ha sido los problemas graves a los que se enfrentan las economías de los Estados miembros, que ven cómo se han incrementado de forma masiva los precios de los bienes y servicios debido a la reducción de materias primas y al aumento del precio de la energía. Según Eurostat, la inflación anual en la Eurozona aumentó hasta el 7,5% en marzo, frente al 5,9% de febrero. Esta subida ha sido provocada, fundamentalmente, por el incremento del precio de la energía, que se ha disparado un 44,7% anual (algo llamativo frente a la tasa del 4,3% de marzo de 2021). Por su parte, los alimentos, el alcohol y el tabaco aumentaron un 5%, los bienes industriales no energéticos, un 3,4% y los servicios, un 2,7%.
El Banco Central Europeo (BCE) ya había revisado al alza sus expectativas de inflación en sus proyecciones macroeconómicas para incorporar los efectos del conflicto en Ucrania. De esta forma, elevó en casi dos puntos, hasta el 5,1%, la previsión de alza de precios para el conjunto de la Eurozona en 2022. La inflación interanual de la zona euro se situó en 7,5% en el mes de marzo.
Los precios más descontrolados se encuentran en las repúblicas bálticas: Lituania (13,9%), Estonia (12,4%) y Letonia (8,9%), además de Bélgica (9,6%) y Eslovaquia (8,2%).
También Alemania batió su récord de inflación desde 1991. Su índice de precios al consumo (IPC) se situó en el 7,3% durante el mes de marzo, el máximo desde la reunificación del país. El precio de la energía aumentó un 39,5% en marzo y los alimentos se encarecieron un 6,2%.
Por su parte, España registró en marzo un IPC del 9,8% (el máximo desde 1985). Además, como Rusia y Ucrania son los principales exportadores de trigo a nivel mundial (un 16% y un 10% respectivamente), algunos medios estiman que, para el cuarto trimestre de 2022, el precio del pan podría encarecerse entre un 20% y un 30% en España. La barra podría pasar del precio medio actual de 1€ hasta 1,3€.