El pasado 14 de marzo, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, emitió una carta al rey de Marruecos, Mohamed VI, en la que dejaba por escrito su cambio de posición respecto al conflicto del Sáhara Occidental. En la misiva, Sánchez comunicaba su apoyo a la autonomía que propone Marruecos para el Sáhara Occidental, al considerarla como la “base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”.
Desde que, en 1975, Marruecos se anexionó el Sáhara Occidental, antigua colonia española, nunca ha cesado la disputa entre el país y el Frente Polisario por el control del territorio. Por el momento, la Comisión Europea no ha calificado el cambio de posición del Ejecutivo español, pero pide que la solución sea política y de mutuo acuerdo, en el marco de las resoluciones de las Naciones Unidas.
En este sentido, Nabila Massrali, portavoz de Exteriores de la Comisión Europea, celebró los “desarrollos positivos” en las relaciones bilaterales entre los Estados miembros y Marruecos, ya que esto “beneficia la asociación de la UE y su vecino en su frontera sur”. Sin embargo, la portavoz de Exteriores insistió en que “la solución debe ser política, justa, realista, pragmática, sostenible en el tiempo y mutuamente aceptada”, haciendo referencia a la resolución de julio del año 2000 de la Organización de las Naciones Unidas.